Bienvenido a Nightwoods
Las misteriosas desapariciones cesaron empezó el invierno, las autoridades locales
nunca fueron capaces de encontrar a nadie, ni siquiera de sospechar cuál era la
verdadera causa de este fenómeno que hace cincuenta años no pasaba; pero yo lo vi,
lo vi todo, vi como ese monstruo se llevaba a mis amigos y a la gente que quiero.
Dicen que este viejo pueblo es el que inspira a Nightwoods, la novela de Charles
Frazier, pero es evidente que no, lo único remotamente parecido son las noches llenas
de bosques inmensos a los que muy pocos se atreven a entrar, y ese fue quizá nuestro
error más grande. Eran las cinco cincuenta y cinco cuando llegamos todos al punto de
reunión.
- Y bien, ¿para qué estamos aquí?
- Conseguí unas linternas, vamos al bosque. Dijo Steven señalando al este.
- Sabes que no tenemos permitido salir al bosque cuando oscurece, además, en esa
dirección queda Fallentrees y nuestros padres no nos dejan acercarnos a ese lugar ni
de broma. Le dije intentando convencerlo.
-Vamos, ¿no crees que ya están un poco grandecitos para creer en las historias de los
viejos del pueblo?, eso es para niños.
-Sí, veamos que podemos encontrar, nunca hemos ido por aquel lugar.
Steven y Cliff tomaron una linterna para cada quien, en ese momento dejé de pensar
las cosas, creí que tenían razón, son sólo historias de los ancianos del pueblo para
asustar a la gente que viene de visita, pero ellos se equivocaron. Asustado y
emocionado por dentro, los seguí, no quería demostrarles que estaba nervioso y
preocupado por los severos castigos que recibiríamos si nuestros padres se llegasen a
enterar.
Salimos de la casa de Steven con las linternas en la mano, frente a su casa se
encontraba el sendero bloqueado hace ya unos quince años desde que unos
cazadores entraron en dirección a Fallentrees. Saltamos las vallas de metal sin hacer
ruido para no llamar la atención de cualquiera que puediera estar pasando por ahí.
- ¿Qué tan lejos iremos? Pregunté.
- Hasta que esté lo suficientemente oscuro regresaremos.
- Tranquilo Ron, si algo pasa llamaré a mi padre, tardará sólo unos minutos en llegar
con toda la estación.
El padre de Cliff era oficial en el departamento de Nightwoods, él fue uno de los que
nos advirtió que no nos acercamos a Fallentrees, y siendo Cliff su hijo, era el que
menos lo tomaba en serio, y en cuanto a Steven, él creció con sus abuelos y realmente
no recibió mucha disciplina, clásico de pueblos como este, siempre fue el más
problemático de los tres.
Ya aventurados avanzamos por el sendero cubierto de hojas secas acumuladas en
años, si no prestamos atención sería muy fácil confundirnos. Yo intentaba recordar
cualquier cosa relacionada con el pueblo abandonado que pudiera convencerlos de
regresar, entonces recordé toda la historia sin prestar verdadera atención a lo que
decían los otros dos incautos. ¿Qué es Fallentrees? Fallentrees es el pueblo que está
el este de Nightwoods y al norte de Pierce, es casi el centro exacto de Idaho, o lo era,
lo que fue un pueblo rústico apartado del mundo electrónico, con casas de madera
hechas por las mismas personas que las habitaban; era el pueblito más acogedor que
uno se podía imaginar, con ríos y un hermoso lago en el centro. Yo nunca estuve ahí,
eso es lo que me han contado las personas más viejas del pueblo, ya que ese lugar
hace cincuenta años se convirtió en un pueblo fantasma, algunos de los habitantes
más viejos de Nightwoods dicen venir de ahí, y ellos cuentan mejor la historia que yo.
Nunca supe si creer o no, se dice que el último día de verano, un muchacho se
despertó más temprano de lo normal, él, extrañado notó por la ventana que el pueblo
estaba cubierto de un densa niebla y el alumbrado público recién se había apagado,
fue entonces cuando lo notó, dos pequeñas luces en el camino en dirección a la salida
del pueblo, dos luces pequeñas que parecían mirarlo fijamente; con la niebla y sin luz
solo se podían ver esas pequeñas luces amarillentas moviéndose de una manera muy
extraña, sin perder de de vista al joven, él salió de su casa para averiguar qué eran
esas luces que lo hipnotizaban; aquel joven fue la primera persona en desaparecer de
Fallentrees. Durante las semanas siguientes, las desapariciones no cesaron, la gente
estaba asustada, muchos ya habían visto a la misteriosa criatura que acechaba a los
pobladores, un día la gente que quedaba en el pueblo se reunió, pues muchas ya se
habían ido y otros habían desaparecido por la criatura; las personas tomaron todo tipo
de armas y fueron en dirección al bosque en busca de aquel monstruo que llenaba su
pueblo de muerte, todo el pueblo fue a su búsqueda, excepto uno, un hombre de veinte
años decidió quedarse en el pueblo, preparado para cualquier cosa, o eso pensaba él.
Al anochecer, la gente ya no regresaba y él estaba solo en el ese lugar esperando ver
sus caras de decepción, salió a caminar cuando la neblina empezó a hacerse presente,
escuchó pasos detrás de él, volteó por puro instinto, y ahí estaban, esos horribles ojos
negros, y una piel blanca cual hoja de papel, carecía totalmente de pelo y su forma
parecía estar entre la de un humano mezclada con la de un perro. Sus miradas se
cruzaron en lo que pareció una eternidad, entonces la criatura habló, “Váyanse” dijo
con una voz ronca casi irreconocible, el hombre seguía petrificado, “¡Vayanse!”, gritó el
horrible ser, el hombre asustado pudo reaccionar un poco ante su repentino grito, se
echó para atrás un paso y sin perder de vista eso ojos negros, preguntó “¿P-por…
qué?”, la criatura parecía haberse enfadado por su pregunta, abrió aún más sus ojos y
poniéndose en una posición amenazante, exclamó “Este lugar no les pertenece”, el
horrendo ser dio media vuelta y caminando de una manera poco natural se marchó
perdiéndose entre la niebla. El hombre se fue a casa como si hubiese visto al diablo,
pues así fue; veinte minutos después, ya en la oscuridad de la noche pudo ver a la
gente regresar del bosque, todos con la mirada perdida y sin decir una palabra, el
hombre les preguntó qué había pasado, y ellos solo le decían que era hora de
marcharse, toda esa gente que quedaba se marchó esa misma noche, él fue el último
en salir. Estaba en su auto listo para irse, vio por el retrovisor a la criatura, había
cambiado por completo, su piel era ahora gris, tenía una cola inmensa parecida a la de
una rata, dos cuernos que sobresalían de su cabeza y unas alas de murciélago que lo
cubrían; el hombre pisó a fondo el acelerador. Esa noche Fallentrees quedó
abandonado por completo.
Lo que se dice oficialmente es que los manantiales de los alrededores del pueblo
emiten mucho azufre y había una extraña fuente de monóxido de carbono que a la
larga podía ser peligrosa para la gente, por lo que se desalojó el pueblo
permanentemente y las autoridades no dan permiso a nadie de entrar en Fallentrees.
Mucha de la gente mayor no creen esa historia, aunque ellos cuentan lo que realmente
pasó y siempre son tomados como viejos locos.
Y yo no podía dejar de pensar en esa historia mientras seguíamos avanzando en
dirección al pueblo maldito, ya estaba casi completamente oscuro y mis sentidos
estaban muy alerta, el mínimo sonido me exaltaba.
- Ya está oscuro, vámonos.
- Pero si aún no hemos visto nada.
-¿Ver? ¡¿qué se suponía que debíamos ver?!
- Hey, tranquilo Ron, sólo un poco más y nos iremos.
-Oh, vamos chicos, aún es muy temprano, sólo un poco más, ya casi podemos ver
Fallentrees.
-...bueno, pero sólo lo veremos de lejos.
Regresar a los bromas y a la plática me distrajo de mi preocupación y me olvidé por
completo del miedo.
Avanzamos unos cien metro más y llegamos a un punto alto libre de árboles, se podía
ver Fallentrees a lo lejos con un hermoso lago que hacía una vista digna de una
fotografía.
-¿Lo ven? no pasó nada y este lugar es muy bello. Dijo Steven muy convencido, pero
sabía que sólo estábamos a mitad de camino.
Esperé cinco minutos observando, y pude ver como si la vegetación de alrededor
comenzara a moverse; sólo es el viento, pensé, aunque no presté atención si de
verdad soplaba alguna brisa.
- Bien, ya es suficiente, vámonos ya.
- ¿Qué? pero si acabamos de llegar.
- Él tiene razón, no tardará en anochecer por completo, y las linternas no serán
suficientes.
-Está bien, está bien, vámonos.
Por fin me tranquilicé un poco, al fin podía irme a casa y olvidar eso, de verdad odio los
sustos y todo lo concerniente al miedo, yo nunca pude entender cómo alguien podría
“disfrutarlo”.
Ya a medio camino, nadie decía ni una solo palabra, el silencio era casi total, sólo se
lograban escuchar los insectos que cantan durante la noche, yo iba adelante seguido
por Cliff y luego Steven, quien parecía algo molesto y decepcionado, la verdad es que
no lo culpo, esa vista era realmente espectacular, pero hubiese sido mejor verla en la
plenitud del día, y el miedo era más a ser descubiertos y al castigo correspondiente que
a otra cosa.
Los árboles se agitaron sobre nosotros, la mayoría sin hojas ya, sólo los pinos cubrían
de verde el resto del paisaje; volteamos hacia arriba viendo los árboles tambalearse,
pero ningún viento soplaba de ninguna dirección.
-Hey, deténganse un momento. Dije en voz muy suave.
- ¿Qué pasa? Preguntó Cliff.
- ¿Escuchan eso?
Las hojas secas crujían por las pisadas, pero no por las nuestras, estábamos
completamente quietos.
- ¿De dónde viene eso?
- Creo que…
Cliff se quedó callado e inmóvil, y al no escuchar más, volteé yo también, y ojalá no lo
hubiera hecho.
Aquel ser de casi dos metros aún en una posición encorvada, sosteniendo por el cuello
a un inconsciente (o quizás muerto) Steven.
Sus inertes ojos eran abismos sin fondo; yo salí corriendo lo más rápido que pude,
tropecé cuando ya había recorrido unos cincuenta metros, la linterna salió volando y al
caer se apagó, estaba ahora solo por no haber reaccionado bien y no haber jalado a
Cliff conmigo.
Me puse de rodillas intentando levantarme, alcé la mirada, estaba ahora frente a mí.
Solo me miraba y en aquella oscuridad era fácil de ver con esa piel tan blanca, en los
pocos segundos que pasaron realmente pensé que iba a morir, el bestial ser tomó la
palabra, “diles que no se acerquen nunca más”.
El demonio pasó a lado de mí y se marchó en dirección a la profundidad el bosque, me
quede ahí de rodillas, no sé cuanto tiempo, sólo sin reaccionar, sin pensar me levanté y
llegué a la carretera, estuve caminando un rato hasta que pasó una patrulla, me
llevaron con ellos a la comisaría.
- Sigues insistiendo con esa historia.
- Eso fue lo que pasó.
- Pues sigues siendo el principal sospechoso.
- ¿También de la demás gente que ha desaparecido en estas semanas?
-...vete a casa ya, se está haciendo tarde.
Siempre es lo mismo cuando me preguntan; y ahora que la nieve cubre el bosque,
puedo ver al ser de color gris entre los árboles cada vez que voy en la dirección de
Fallentrees, y ahora mi único miedo es que le suceda lo mismo a Nightwoods.
Las misteriosas desapariciones cesaron empezó el invierno, las autoridades locales
nunca fueron capaces de encontrar a nadie, ni siquiera de sospechar cuál era la
verdadera causa de este fenómeno que hace cincuenta años no pasaba; pero yo lo vi,
lo vi todo, vi como ese monstruo se llevaba a mis amigos y a la gente que quiero.
Dicen que este viejo pueblo es el que inspira a Nightwoods, la novela de Charles
Frazier, pero es evidente que no, lo único remotamente parecido son las noches llenas
de bosques inmensos a los que muy pocos se atreven a entrar, y ese fue quizá nuestro
error más grande. Eran las cinco cincuenta y cinco cuando llegamos todos al punto de
reunión.
- Y bien, ¿para qué estamos aquí?
- Conseguí unas linternas, vamos al bosque. Dijo Steven señalando al este.
- Sabes que no tenemos permitido salir al bosque cuando oscurece, además, en esa
dirección queda Fallentrees y nuestros padres no nos dejan acercarnos a ese lugar ni
de broma. Le dije intentando convencerlo.
-Vamos, ¿no crees que ya están un poco grandecitos para creer en las historias de los
viejos del pueblo?, eso es para niños.
-Sí, veamos que podemos encontrar, nunca hemos ido por aquel lugar.
Steven y Cliff tomaron una linterna para cada quien, en ese momento dejé de pensar
las cosas, creí que tenían razón, son sólo historias de los ancianos del pueblo para
asustar a la gente que viene de visita, pero ellos se equivocaron. Asustado y
emocionado por dentro, los seguí, no quería demostrarles que estaba nervioso y
preocupado por los severos castigos que recibiríamos si nuestros padres se llegasen a
enterar.
Salimos de la casa de Steven con las linternas en la mano, frente a su casa se
encontraba el sendero bloqueado hace ya unos quince años desde que unos
cazadores entraron en dirección a Fallentrees. Saltamos las vallas de metal sin hacer
ruido para no llamar la atención de cualquiera que puediera estar pasando por ahí.
- ¿Qué tan lejos iremos? Pregunté.
- Hasta que esté lo suficientemente oscuro regresaremos.
- Tranquilo Ron, si algo pasa llamaré a mi padre, tardará sólo unos minutos en llegar
con toda la estación.
El padre de Cliff era oficial en el departamento de Nightwoods, él fue uno de los que
nos advirtió que no nos acercamos a Fallentrees, y siendo Cliff su hijo, era el que
menos lo tomaba en serio, y en cuanto a Steven, él creció con sus abuelos y realmente
no recibió mucha disciplina, clásico de pueblos como este, siempre fue el más
problemático de los tres.
Ya aventurados avanzamos por el sendero cubierto de hojas secas acumuladas en
años, si no prestamos atención sería muy fácil confundirnos. Yo intentaba recordar
cualquier cosa relacionada con el pueblo abandonado que pudiera convencerlos de
regresar, entonces recordé toda la historia sin prestar verdadera atención a lo que
decían los otros dos incautos. ¿Qué es Fallentrees? Fallentrees es el pueblo que está
el este de Nightwoods y al norte de Pierce, es casi el centro exacto de Idaho, o lo era,
lo que fue un pueblo rústico apartado del mundo electrónico, con casas de madera
hechas por las mismas personas que las habitaban; era el pueblito más acogedor que
uno se podía imaginar, con ríos y un hermoso lago en el centro. Yo nunca estuve ahí,
eso es lo que me han contado las personas más viejas del pueblo, ya que ese lugar
hace cincuenta años se convirtió en un pueblo fantasma, algunos de los habitantes
más viejos de Nightwoods dicen venir de ahí, y ellos cuentan mejor la historia que yo.
Nunca supe si creer o no, se dice que el último día de verano, un muchacho se
despertó más temprano de lo normal, él, extrañado notó por la ventana que el pueblo
estaba cubierto de un densa niebla y el alumbrado público recién se había apagado,
fue entonces cuando lo notó, dos pequeñas luces en el camino en dirección a la salida
del pueblo, dos luces pequeñas que parecían mirarlo fijamente; con la niebla y sin luz
solo se podían ver esas pequeñas luces amarillentas moviéndose de una manera muy
extraña, sin perder de de vista al joven, él salió de su casa para averiguar qué eran
esas luces que lo hipnotizaban; aquel joven fue la primera persona en desaparecer de
Fallentrees. Durante las semanas siguientes, las desapariciones no cesaron, la gente
estaba asustada, muchos ya habían visto a la misteriosa criatura que acechaba a los
pobladores, un día la gente que quedaba en el pueblo se reunió, pues muchas ya se
habían ido y otros habían desaparecido por la criatura; las personas tomaron todo tipo
de armas y fueron en dirección al bosque en busca de aquel monstruo que llenaba su
pueblo de muerte, todo el pueblo fue a su búsqueda, excepto uno, un hombre de veinte
años decidió quedarse en el pueblo, preparado para cualquier cosa, o eso pensaba él.
Al anochecer, la gente ya no regresaba y él estaba solo en el ese lugar esperando ver
sus caras de decepción, salió a caminar cuando la neblina empezó a hacerse presente,
escuchó pasos detrás de él, volteó por puro instinto, y ahí estaban, esos horribles ojos
negros, y una piel blanca cual hoja de papel, carecía totalmente de pelo y su forma
parecía estar entre la de un humano mezclada con la de un perro. Sus miradas se
cruzaron en lo que pareció una eternidad, entonces la criatura habló, “Váyanse” dijo
con una voz ronca casi irreconocible, el hombre seguía petrificado, “¡Vayanse!”, gritó el
horrible ser, el hombre asustado pudo reaccionar un poco ante su repentino grito, se
echó para atrás un paso y sin perder de vista eso ojos negros, preguntó “¿P-por…
qué?”, la criatura parecía haberse enfadado por su pregunta, abrió aún más sus ojos y
poniéndose en una posición amenazante, exclamó “Este lugar no les pertenece”, el
horrendo ser dio media vuelta y caminando de una manera poco natural se marchó
perdiéndose entre la niebla. El hombre se fue a casa como si hubiese visto al diablo,
pues así fue; veinte minutos después, ya en la oscuridad de la noche pudo ver a la
gente regresar del bosque, todos con la mirada perdida y sin decir una palabra, el
hombre les preguntó qué había pasado, y ellos solo le decían que era hora de
marcharse, toda esa gente que quedaba se marchó esa misma noche, él fue el último
en salir. Estaba en su auto listo para irse, vio por el retrovisor a la criatura, había
cambiado por completo, su piel era ahora gris, tenía una cola inmensa parecida a la de
una rata, dos cuernos que sobresalían de su cabeza y unas alas de murciélago que lo
cubrían; el hombre pisó a fondo el acelerador. Esa noche Fallentrees quedó
abandonado por completo.
Lo que se dice oficialmente es que los manantiales de los alrededores del pueblo
emiten mucho azufre y había una extraña fuente de monóxido de carbono que a la
larga podía ser peligrosa para la gente, por lo que se desalojó el pueblo
permanentemente y las autoridades no dan permiso a nadie de entrar en Fallentrees.
Mucha de la gente mayor no creen esa historia, aunque ellos cuentan lo que realmente
pasó y siempre son tomados como viejos locos.
Y yo no podía dejar de pensar en esa historia mientras seguíamos avanzando en
dirección al pueblo maldito, ya estaba casi completamente oscuro y mis sentidos
estaban muy alerta, el mínimo sonido me exaltaba.
- Ya está oscuro, vámonos.
- Pero si aún no hemos visto nada.
-¿Ver? ¡¿qué se suponía que debíamos ver?!
- Hey, tranquilo Ron, sólo un poco más y nos iremos.
-Oh, vamos chicos, aún es muy temprano, sólo un poco más, ya casi podemos ver
Fallentrees.
-...bueno, pero sólo lo veremos de lejos.
Regresar a los bromas y a la plática me distrajo de mi preocupación y me olvidé por
completo del miedo.
Avanzamos unos cien metro más y llegamos a un punto alto libre de árboles, se podía
ver Fallentrees a lo lejos con un hermoso lago que hacía una vista digna de una
fotografía.
-¿Lo ven? no pasó nada y este lugar es muy bello. Dijo Steven muy convencido, pero
sabía que sólo estábamos a mitad de camino.
Esperé cinco minutos observando, y pude ver como si la vegetación de alrededor
comenzara a moverse; sólo es el viento, pensé, aunque no presté atención si de
verdad soplaba alguna brisa.
- Bien, ya es suficiente, vámonos ya.
- ¿Qué? pero si acabamos de llegar.
- Él tiene razón, no tardará en anochecer por completo, y las linternas no serán
suficientes.
-Está bien, está bien, vámonos.
Por fin me tranquilicé un poco, al fin podía irme a casa y olvidar eso, de verdad odio los
sustos y todo lo concerniente al miedo, yo nunca pude entender cómo alguien podría
“disfrutarlo”.
Ya a medio camino, nadie decía ni una solo palabra, el silencio era casi total, sólo se
lograban escuchar los insectos que cantan durante la noche, yo iba adelante seguido
por Cliff y luego Steven, quien parecía algo molesto y decepcionado, la verdad es que
no lo culpo, esa vista era realmente espectacular, pero hubiese sido mejor verla en la
plenitud del día, y el miedo era más a ser descubiertos y al castigo correspondiente que
a otra cosa.
Los árboles se agitaron sobre nosotros, la mayoría sin hojas ya, sólo los pinos cubrían
de verde el resto del paisaje; volteamos hacia arriba viendo los árboles tambalearse,
pero ningún viento soplaba de ninguna dirección.
-Hey, deténganse un momento. Dije en voz muy suave.
- ¿Qué pasa? Preguntó Cliff.
- ¿Escuchan eso?
Las hojas secas crujían por las pisadas, pero no por las nuestras, estábamos
completamente quietos.
- ¿De dónde viene eso?
- Creo que…
Cliff se quedó callado e inmóvil, y al no escuchar más, volteé yo también, y ojalá no lo
hubiera hecho.
Aquel ser de casi dos metros aún en una posición encorvada, sosteniendo por el cuello
a un inconsciente (o quizás muerto) Steven.
Sus inertes ojos eran abismos sin fondo; yo salí corriendo lo más rápido que pude,
tropecé cuando ya había recorrido unos cincuenta metros, la linterna salió volando y al
caer se apagó, estaba ahora solo por no haber reaccionado bien y no haber jalado a
Cliff conmigo.
Me puse de rodillas intentando levantarme, alcé la mirada, estaba ahora frente a mí.
Solo me miraba y en aquella oscuridad era fácil de ver con esa piel tan blanca, en los
pocos segundos que pasaron realmente pensé que iba a morir, el bestial ser tomó la
palabra, “diles que no se acerquen nunca más”.
El demonio pasó a lado de mí y se marchó en dirección a la profundidad el bosque, me
quede ahí de rodillas, no sé cuanto tiempo, sólo sin reaccionar, sin pensar me levanté y
llegué a la carretera, estuve caminando un rato hasta que pasó una patrulla, me
llevaron con ellos a la comisaría.
- Sigues insistiendo con esa historia.
- Eso fue lo que pasó.
- Pues sigues siendo el principal sospechoso.
- ¿También de la demás gente que ha desaparecido en estas semanas?
-...vete a casa ya, se está haciendo tarde.
Siempre es lo mismo cuando me preguntan; y ahora que la nieve cubre el bosque,
puedo ver al ser de color gris entre los árboles cada vez que voy en la dirección de
Fallentrees, y ahora mi único miedo es que le suceda lo mismo a Nightwoods.
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